HOSPITAL DE SANT PAU

Los últimos años de actividad del Hospital de la Santa Creu coinciden con el advenimiento de la gran transformación urbanística de Barcelona: el desarrollo del Plan Cerdà y la construcción del Eixample.

Es en este contexto de expansión más allá de las murallas cuando muere, en 1896, Pau Gil i Serra, un banquero catalán residente en París. Pau Gil estableció en su testamento que su legado se debía destinar a la construcción de un nuevo hospital en Barcelona. Entre sus indicaciones, Pau Gil pedía que el nuevo centro reuniera las más avanzadas innovaciones desde el punto de vista tecnológico, arquitectónico y médico, y que debía ser erigido bajo la advocación de Sant Pau. Así surgió el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.

El acuerdo de la Junta del Hospital de la Santa Creu y los albaceas de Pau Gil hicieron posible la construcción de este nuevo hospital en unos terrenos de la Santa Creu situados a medio camino entre Gràcia, Horta, el Guinardó y Sant Martí de Provençals.

Para la construcción del nuevo hospital se convocó un concurso al cual se presentaron tres propuestas diferentes. Ninguna de ellas, sin embargo, fue escogida. El proyecto fue encargado, finalmente, a Lluís Domènech i Montaner (1850-1923), gran figura del modernismo catalán.

Para llevar a cabo el encargo, el genial arquitecto se inspiró en los hospitales más modernos de Europa. Partiendo de las ideas higienistas, diseñó un hospital organizado en diferentes pabellones aislados, rodeados de jardines y conectados entre sí por una trama de túneles subterráneos. A pesar de que Domènech dibujó un proyecto formado por 48 edificios, finalmente sólo se construyeron 27.

En líneas generales, Domènech crea una planta alrededor de dos ejes, uno vertical y otro horizontal, que conforman una cruz patente, emblema del antiguo Hospital de la Santa Creu. A través de este símbolo se resumen y simbolizan la historia hospitalaria de Barcelona y los valores alegóricos de la Edad Media.

En 1902 se empezaron a construir los primeros doce edificios del conjunto siguiendo una trama urbanística diferente a la del Eixample. Cada edificio estaba destinado a una especialidad diferente. La iluminación, la buena ventilación y la decoración de las estancias hicieron del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau un espacio único en el mundo, un nuevo modelo hospitalario que introducía la importancia del espacio abierto y el soleamiento en el tratamiento de los pacientes.

Después de la muerte del arquitecto, su hijo, Pere Domènech i Roura, se encargó de la ejecución de los trabajos en su etapa final. El rey Alfonso XIII inauguró el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau el año 1930.

Con los años, además de ser el hospital de referencia para la ciudadanía, Sant Pau se ha convertido en un emblema destacado del patrimonio y la cultura de Barcelona y Catalunya. En 1978 fue declarado Monumento Histórico Artístico y el año 1997 Patrimonio Mundial por la UNESCO.

El incremento de la demanda sanitaria y el deterioro estructural de los edificios evidenciaron que el conjunto modernista no reunía las condiciones necesarias para mantener la calidad asistencial. Es entonces cuando se empieza a plantear la necesidad de construir un nuevo hospital, moderno y adecuado para la práctica médica contemporánea. Los edificios de Domènech i Montaner habían llegado al final de su vida útil.

En otoño de 2009, la actividad sanitaria se trasladó a un moderno edificio situado en la fachada noreste del conjunto. Así, el Recinto Modernista empezaba una nueva etapa. Una rigurosa rehabilitación ha permitido poner en valor la obra de Domènech i Montaner, y hacer de Sant Pau un centro de conocimiento de relevancia internacional y un nuevo referente cultural.

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PIANOS DE COLA EN EL PASEO DE GRACIA

Un año más, la acción "El Paseo de Gracia trae cola" ha sido un éxito rotundo. La Fundación Jesús Serra conjuntamente con el Concurso Maria Canals organizaron este evento el sábado 22 de marzo para que todos los paseantes pudieran sentarse y hacer salir notas musicales de los pianos de cola repartidos a lo largo del emblemático Paseo de Gracia de Barcelona.

Aunque la amenaza era de lluvia, la jornada pudo transcurrir con mucho éxito, con afluencia de músicos ocasionales y espectadores fascinados por la iniciativa. Improvisaciones, interpretaciones a dúo, música jazz, Mozart, Chopin, todo tipo de iniciativas musicales se pudieron escuchar en esta céntrica vía de la ciudad condal, logrando así el objetivo de la acción: acercar la música a todos.

La acción concluyó con un recital de la pianista Yoko Suzuki en los Jardinets de Gracia, punto de partida de la 60 edición del Concurso Internacional de Música Maria Canals, que reúne en la ciudad de Barcelona a jóvenes pianistas de prestigio de todo el mundo.

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BRITANICO, BARCELONES Y REPUBLICANO

Durante los seis primeros años de existencia esta plaza no tuvo un nombre oficial, popularmente adoptó el nombre de "La plaza del Tripi". en referencia al trapicheo habitual en la zona y al monumento surrealista que la preside, escultura de Leandre Cristòfol.

En 1996 el Ayuntamiento acordó dar a la plaza el nombre de George Orwell, seudónimo de Eric Arthur Blair. Escritor británico que residió en Barcelona entre 1936 y 1937, donde se hizo militante del POUM, llegando a combatir en el frente republicano. Posteriormente recogió estas vivencias en la obra "Homenaje a Catalunya", que retrata especialmente escenarios de Las Ramblas y su entorno, por lo que el Ayuntamiento eligió un espacio cercano, en el propio distrito de Ciutat Vella para rendirle tributo.

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TORRE AGBAR

Edificio Torre Agbar, arquitectura adaptada al medio ambiente, sensible al impacto que provoca en la naturaleza y que minimiza la contaminación ambiental. Aprovecha el clima y las condiciones del entorno con el fin de conseguir una importante reducción del consumo energético y mejorar la calidad de vida de los usuarios del edificio.

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Derribo del anillo de las glorias en los alrededores de la torre agbar, el proyecto incluye un gran espacio verde y movilidad subterránea para vehículos mediante túneles.

UN DIA DE LLUVIA

Tres días lloviendo sin parar, sin tregua alguna. Al acabar, momentos ideales, los reflejos que dejan los restos de la tormenta son muy apetecibles para las cámaras de los fotógrafos.